lunes, 19 de enero de 2015

Interludio X


Valdéz y Rick se alejaban por delante, siguiendo la calle recta del mercado, por la derecha de las tiendas, sobre la mitad de la acera que los tenderetes dejaban libres, y por donde mucha menos gente transitaba, haciendo el caminar mas fluido.

Obviamente sin ninguna clase de práctica, experiencia, ni entrenamiento, Valdéz no podía caminar al lado suyo, pues les convertía a los dos en un claro objetivo si alguien les estuviese siguiendo desde el puesto donde habían recogido las coordenadas espaciales. Así que tendría que ser un comando bien entrenado como él el que les siguiese desde atrás vigilando que nadie les siguiese fuera del mercado de regreso al carguero.

Un entorno urbano daba casi infinidad de recursos para el comando entrenado.
Invisible a plena luz, Dan seguía a Valdéz y Rick a una distancia prudente comprobando que ni ellos eran conscientes de que les seguía, ni nadie les seguia a su vez. Estas misiones urbanas sin duda podían explotar en cualquier momento, pero para Dan eran preferibles antes que infiernos de trinchera o de infiltración. Mientras veía a Rick y Valdéz subir con prisa las escaleras que llevaban a una de las muchas plataformas de aerotaxis que cubrían el mercado, Dan se tranquilizó recordando su entrenamiento y que había muchos recursos a disposición de un comando habilidoso y múltiples oportunidades para... La puñalada lo tomó por sorpresa, entrando por la parte baja de la espalda.
Prácticamente se sorprendió una vez la hoja salió de su espalda, en su cintura, cerca de su columna.
Su instinto, potenciado por la sorpresa, fue desenvainar el vibrofilo oculto y sajar con un medio giro a la altura del cuello, estimando la altura de su atacante, pero apenas una exhalación salió de su boca mientras intentaba sin éxito agarrar su vibrofilo con un codo que no articulaba y unos dedos rígidos como piedras.

La parálisis se extendía por su cuerpo de forma instantánea mientras terminaba descordinadamente de girarse para encarar a su atacante. Allí no había nadie, tan solo viandantes en un sentido y en otro. Tan solo alguna mirada a medio camino entre la sorpresa y la vergüenza ajena, mientras intentaba hablar y comprobaba que su garganta de cemento no le respondía mas que para dejar ir el aire. Mientras las piernas le fallaban y veía el suelo venir hacia él sin poder interponer su manos, solo un hombre a unos metros arrancó a correr hacia él de frente al grito de "¡oiga, oiga!"

La sorpresa había sido tal que el impacto de la acera en su frente no pareció ni relevante, mientras intentaba mover sus pulmones para continuar respirando. El hombre llego junto a él y le dio la vuelta mientras le daba sopapos en la cara; "¡oiga, oiga!". Nunca pensó que fuese a morir así, de improviso, solo, sin servir para nada, sin saber quien lo había matado, y con el hedor de Recopia impregnándolo todo. Larga vida a la Alianza.

Apartados, en una plataforma de aerotaxis, Rick se apresuraba a tomar la única plaza del repulsor, dejando a Valdéz en espera de que llegase el próximo, ambos con prisa por desaparecer del mercado, y del tumulto del puesto de animales, hacia una seguridad que no podían saber que no sería tal.